Lo hago porque me duele mucho ver a tantos perros que viven en la calle, sin comida ni agua, expuestos al frío, al calor y a los peligros que eso implica. Muchos de ellos no tienen un lugar seguro donde dormir ni alguien que los cuide o los quiera. Sé que ellos no eligieron esa vida, y eso me motiva a querer ayudarlos. Creo que todos los seres vivos merecen respeto, cariño y una oportunidad para ser felices.
Además, ayudar a los animales me hace sentir que estoy aportando algo positivo a mi comunidad. Pequeñas acciones, como darles alimento o buscarles un hogar, pueden cambiar su destino. Saber que gracias a este proyecto algún perro puede estar más sano, más protegido y más amado, me llena de satisfacción y me impulsa a seguir trabajando con compromiso y dedicación. Para mí, es una forma de devolver un poco de amor al mundo.
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